dimarts, 13 de febrer del 2007

La niña manifestante - Maivelin Pérez Ferreras

En una bonita casa de Sprinfield, vivía una hermosa niña llamada Lorena, de pelaje negro y ojos almendrados y brillantes por la alegría y la tristeza que llevaba dentro de su generoso corazón.
Vivía con su abuela, que ya estaba un poco viejecita para hacerse cargo de una niña de 8 años. Pero no le quedaba otra opción, ya que sus padres habían fallecido en una fuerte tormenta cuando ella tenía dos añitos.
Lorena perdió a sus padres la noche del 1 de Diciembre de 1898 cuando éstos, junto con la niña, bajaron al sótano a refugiarse de una fuerte tormenta. Ya abajo, donde no había luz y hasta que todo pasara, se alumbraron con una velita que conservaba la niña de su segundo aniversario. Después de bastantes horas de lluvia, paró un poco la tormenta pero los campos parecían tener más sed, y como si fueran seres vivos se rebelaron con gritos que llegaban al cielo:
- ¡Queremos beber!
- ¡Más agua para nuestro cultivo!
- ¡Más tormentas!
Y la tormenta se hizo tan fuerte que provocó que Lorena huyera despavorida del sótano, hacia el patio. Había visto como sus padres habían tapado cualquier posible rendija o agujero para impedir que entrara el agua en casa. Y la niña había pensado que yendo al patio los campos pararían de gritar y, por lo tanto, le quitaría trabajo a sus padres, pero no fue así.
María y Juan, los padres de Lorena, salieron a por su hija bajo un gran paraguas, pero estando a unos metros de ella les cayó un rayo que hizo contacto con las varillas del paraguas y, de repente, se desplomaron. La niña al verlos se echó a llorar.
Y en medio de la tristísima escena, un pájaro que, casualmente iba en dirección contraria a la de la dichosa tormenta, la vio y, para intentar ayudarla, consultó el teléfono de la casa e intentó llamar a la última persona que había tenido contacto telefónico con ellos. El aparato no funcionaba. Entonces cogió uno de los móviles que vio por allí y llamó a la vecina de enfrente. Ésta no le creyó y pasó de todo. Más tarde oyó gritar a la niña y salió a ver qué pasaba. Ya fuera, vio a Lorena que estaba tirada en el suelo y fue volando tanto como podía a llamar a los bomberos, ambulancias y policías. Tardaron en venir. Cuando llegaron, ya había parado de llover. Sólo caían algunas gotas. Por su tardanza, murió la madre.
Más tarde, ya en el hospital, que estaba lleno de gente herida o quemada, la niña se recuperaba y el padre moría también.
Días después, dieron con la abuela de Lorena, que le tocó hacerse cargo de la niña.
Un año después, la abuela decidió mudarse a la casa de su hija y su marido (los padres de la niña).
Allí pasaban las horas, los meses, los años... y Lorena crecía al lado de su abuela, la señora Pilar, que tuvo que ir explicando a su nieta lo ocurrido con sus padres.
Desde que la niña se enteró de lo acaecido, solían ocurrir cosas extrañas.
Un día, de camino de la escuela, la niña vio cómo los coches y todo lo que había a su alrededor se rebelaban, se manifestaban.
Ella ayudó en la manifestación de los árboles, repitiendo frases o chillando:
" ¡Menos contaminación!
" ¡Más papeleras para la basura!
" ¡Tened un poco más de compasión por los bonitos árboles que rodean nuestra ciudad!
Desde aquel momento los árboles empezaron a despegarse del suelo y a caminar detrás de la niña repitiendo lo que ella decía. Se dirigían a la escuela a buscar más niños para la manifestación.
A partir de aquel día, la gente comenzó a tratar mejor a los árboles, a regarlos y a plantar flores. Como se vio que la manifestación tenía su propina, es decir, que servía para algo, Lorena siguió ayudando a animales, juguetes, personas, muebles, ropa, objetos domésticos... a manifestarse.
Todos querían mejorar.
Pasado un año, después de haber ayudado a rebelarse a un sinfín de cosas y personas, llegó el tiempo de ayudar también al campo, que en esa temporada no recibía un buen trato.
Le ayudó, sí, pero más tarde se acordó de lo sucedido con sus padres y corrió a llorar hacia el bosque más cercano. Allí pasó muchas horas, y ella desconsolada se echaba la culpa de la muerte de aquellos padres tan buenos que ella creía haber matado.
Cuando se hubo calmado, apareció por segunda vez el pájaro que llamó a la vecina. Daba la impresión de que cada vez que ella lloraba aparecía para ayudarla. El pájaro le dio consejos:
-Escúchame bien Lorena, tus padres no murieron por tu culpa, fue por una desastrosa tormenta, dijo. Para consolarte te he traído amigos para que te hagan olvidar tus problemas.
El pájaro había traído a todos aquellos a quien ella ayudó a manifestarse. Allí hicieron una pequeña fiesta, donde acudieron nuevos y viejos amigos de Lorena.
Su abuela también acudió con un miembro más de su pequeña familia, una prima, con un caso parecido al suyo.
Con ellas, la abuela y la prima fue creciendo cada vez más, hasta que un día, intentó escribir su autobiografía, con la que ganó mucho dinero. De esta manera, pudo satisfacer los deseos de todos los manifestantes.

Tutoria de 1er d'ESO:

Durant aquest curs 2005 - 2006, els alumnes de 1er d'ESO, i com a treball de tutoria, s'han inventat unes històries fantàstiques, del contingut de les quals en podem gaudir a continuació: