dimarts, 13 de febrer del 2007

La nit màgica - Jennifer Huarte Patiño

Hi era a casa sola. Mirava al cel fosc, amb els seus estels que brillaven com diamants, i a la lluna plena blanca com la neu.
De sobte, vaig veure un prim raig de pols de color d'or que es difuminava en el cel. Vaig sentir un soroll a la cuina. Em vaig dirigir cap allà i vaig observar una estona, però no hi havia res.
Em vaig desconcertar al tornar a veure aquell prim raig de pols daurat però aquest cop havia sigut a dintre de casa, just per sobre del meu cap. El vaig seguir. Quan es dirigia cap a la finestra era tancada i aquell raig d'or va caure a terra, al donar-se un gran cop contra el vidre.
Al caure a terra, vaig començar a saber què era. Era un ser molt prim. Les seves cames semblaven filferros. Tenia ales i unes orelles punxegudes una mica tapades pel seu cabell vermell.
Era una fada! La vaig posar sobre un coixí. El meu gos i jo la miràvem sorpresos.
Aviat es va despertar i quan es va tranquil·litzar una mica, li vaig preguntar què li passava. Es va acostar al meu gos i mentre l'acariciava va dir que havia vist un petit troll amagant tot el que havia robat. I que per això ara el seguia. Desprès, em va dir al seu nom que era Petitapapallona.
El petit troll era just davant la porta de casa meva, on donava petits cops amb la seva pala. Semblava que volgués matar a la porta.
Petitapapallona sabia molts trucs, com per exemple fer-se invisible ella i tots els que estaven al seu costat durant un temps determinat. Sabia convertir algú en granota durant aproximadament dues hores, i molts jocs de màgia més que em va explicar mentre li posàvem menjar als conills.
De sobte, vaig tenir una idea per espantar aquell petit troll. I vam posar en marxa el pla.
Vam obrir la porta al petit troll, però ell no va veure res, perquè amb el truc de la invisibilitat ens vam tornar invisibles, i amb l'avantatge que, encara que fóssim invisibles, ens podíem veure entre nosaltres.
El vam fer passar una mica de por. Vam imitar veus de fantasmes i les seves tenebroses rialles. Es va donar un petit cop amb el mirall al caminar cap enrere. Es va donar la volta i li vaig tapar els ulls amb el seu gran barret.
El petit troll estava desconcertat. Presentia algú però no veia res. A més, Petitapapallona i jo no érem les úniques invisibles; els meus animals també ho eren.
El meu gos li va mossegar el cul i el petit troll va fer un gran salt per l'ensurt. Encara no s'havia tret el barret dels ulls mentre corria per tota la casa colpejant-se contra tot.
La veritat es que no va arribar molt lluny perquè es va estampar contra la porta de la meva habitació i va caure de cul. Encara li fa mal. I, per fi, es va treure el barret dels ulls. El petit troll es va posar a cridar com un boig. Notava a les cames com si uns conills invisibles li pugessin cos amunt i que un altre li mossegués el dit. I la veritat és que no s'equivocava gens.
Havien passat dues hores aproximadament i l'efecte d'invisibilitat va començar a desaparèixer i es va adonar de qui li havia fet passar aquell mal moment.
El vaig mirar fixament als ulls i vaig veure que estava molt nerviós. Però no ho estava gens. Era un entremaliat i graciós elf que sempre tenia problemes amb les fades. Al descobrir l'encanteri de l'elf, aquest va desaparèixer.
I tots nosaltres vam descobrir que tot era una broma que s'havia inventat l'elf per espantar a Petitapapallona. Però ell no havia contat amb mi, ni tant sols em coneixia. Al final l'espantat va ser ell.
L'elf i Petitapapallona van acabar llençant-se boles màgiques, però només era una petita guerra amistosa.
En uns minuts, es van acomiadar dient que ens tornaríem a veure.
Espero que no sigui amb altre broma.
Malgrat tot, haig de reconèixer que m'ho vaig passar molt bé.
Els meus pares sempre m'han dit que no sempre ens hem de creure el que no hem vist, però que quan es tracta de la màgia no dubti a creure'hi.
Ara sé que la màgia existeix. A més certa fada em va dir que, si no hi creiem, el seu mon desapareixeria i quedaria oblidat per sempre mai. Jo ja crec en la màgia. I tu?
Sabia que aquella nit seria molt especial, però no m'imaginava que seria "la nit màgica" més divertida de la meva vida.

La niña manifestante - Maivelin Pérez Ferreras

En una bonita casa de Sprinfield, vivía una hermosa niña llamada Lorena, de pelaje negro y ojos almendrados y brillantes por la alegría y la tristeza que llevaba dentro de su generoso corazón.
Vivía con su abuela, que ya estaba un poco viejecita para hacerse cargo de una niña de 8 años. Pero no le quedaba otra opción, ya que sus padres habían fallecido en una fuerte tormenta cuando ella tenía dos añitos.
Lorena perdió a sus padres la noche del 1 de Diciembre de 1898 cuando éstos, junto con la niña, bajaron al sótano a refugiarse de una fuerte tormenta. Ya abajo, donde no había luz y hasta que todo pasara, se alumbraron con una velita que conservaba la niña de su segundo aniversario. Después de bastantes horas de lluvia, paró un poco la tormenta pero los campos parecían tener más sed, y como si fueran seres vivos se rebelaron con gritos que llegaban al cielo:
- ¡Queremos beber!
- ¡Más agua para nuestro cultivo!
- ¡Más tormentas!
Y la tormenta se hizo tan fuerte que provocó que Lorena huyera despavorida del sótano, hacia el patio. Había visto como sus padres habían tapado cualquier posible rendija o agujero para impedir que entrara el agua en casa. Y la niña había pensado que yendo al patio los campos pararían de gritar y, por lo tanto, le quitaría trabajo a sus padres, pero no fue así.
María y Juan, los padres de Lorena, salieron a por su hija bajo un gran paraguas, pero estando a unos metros de ella les cayó un rayo que hizo contacto con las varillas del paraguas y, de repente, se desplomaron. La niña al verlos se echó a llorar.
Y en medio de la tristísima escena, un pájaro que, casualmente iba en dirección contraria a la de la dichosa tormenta, la vio y, para intentar ayudarla, consultó el teléfono de la casa e intentó llamar a la última persona que había tenido contacto telefónico con ellos. El aparato no funcionaba. Entonces cogió uno de los móviles que vio por allí y llamó a la vecina de enfrente. Ésta no le creyó y pasó de todo. Más tarde oyó gritar a la niña y salió a ver qué pasaba. Ya fuera, vio a Lorena que estaba tirada en el suelo y fue volando tanto como podía a llamar a los bomberos, ambulancias y policías. Tardaron en venir. Cuando llegaron, ya había parado de llover. Sólo caían algunas gotas. Por su tardanza, murió la madre.
Más tarde, ya en el hospital, que estaba lleno de gente herida o quemada, la niña se recuperaba y el padre moría también.
Días después, dieron con la abuela de Lorena, que le tocó hacerse cargo de la niña.
Un año después, la abuela decidió mudarse a la casa de su hija y su marido (los padres de la niña).
Allí pasaban las horas, los meses, los años... y Lorena crecía al lado de su abuela, la señora Pilar, que tuvo que ir explicando a su nieta lo ocurrido con sus padres.
Desde que la niña se enteró de lo acaecido, solían ocurrir cosas extrañas.
Un día, de camino de la escuela, la niña vio cómo los coches y todo lo que había a su alrededor se rebelaban, se manifestaban.
Ella ayudó en la manifestación de los árboles, repitiendo frases o chillando:
" ¡Menos contaminación!
" ¡Más papeleras para la basura!
" ¡Tened un poco más de compasión por los bonitos árboles que rodean nuestra ciudad!
Desde aquel momento los árboles empezaron a despegarse del suelo y a caminar detrás de la niña repitiendo lo que ella decía. Se dirigían a la escuela a buscar más niños para la manifestación.
A partir de aquel día, la gente comenzó a tratar mejor a los árboles, a regarlos y a plantar flores. Como se vio que la manifestación tenía su propina, es decir, que servía para algo, Lorena siguió ayudando a animales, juguetes, personas, muebles, ropa, objetos domésticos... a manifestarse.
Todos querían mejorar.
Pasado un año, después de haber ayudado a rebelarse a un sinfín de cosas y personas, llegó el tiempo de ayudar también al campo, que en esa temporada no recibía un buen trato.
Le ayudó, sí, pero más tarde se acordó de lo sucedido con sus padres y corrió a llorar hacia el bosque más cercano. Allí pasó muchas horas, y ella desconsolada se echaba la culpa de la muerte de aquellos padres tan buenos que ella creía haber matado.
Cuando se hubo calmado, apareció por segunda vez el pájaro que llamó a la vecina. Daba la impresión de que cada vez que ella lloraba aparecía para ayudarla. El pájaro le dio consejos:
-Escúchame bien Lorena, tus padres no murieron por tu culpa, fue por una desastrosa tormenta, dijo. Para consolarte te he traído amigos para que te hagan olvidar tus problemas.
El pájaro había traído a todos aquellos a quien ella ayudó a manifestarse. Allí hicieron una pequeña fiesta, donde acudieron nuevos y viejos amigos de Lorena.
Su abuela también acudió con un miembro más de su pequeña familia, una prima, con un caso parecido al suyo.
Con ellas, la abuela y la prima fue creciendo cada vez más, hasta que un día, intentó escribir su autobiografía, con la que ganó mucho dinero. De esta manera, pudo satisfacer los deseos de todos los manifestantes.

La bruja del tiempo - Victoria Fernández Benítez

Érase una vez una bruja que se llamaba Lluvia Luna y era una muchacha muy chiquita. Vivía en un planeta llamado Meteor. Era un planeta muy bonito que siempre estaba limpio y bien cuidado. Aunque Lluvia tenía 7 años, ya tenía esos rasgos que hacían pensar que ya era una bruja. Tenía una verruga en su nariz de águila y usaba siempre ropa negra y un gorro.
Lluvia tenía una abuelita a la cual quería mucho. A menudo le contaba historias de lo más interesantes sobre las nubes y el sol. Siempre oía decir a su abuela que las brujas tenían un don para cambiar el tiempo.
Un día que amaneció con malos presagios, su abuelita murió. La recordaría siempre y también recordaría lo que le había contado sobre el don antes mencionado.
El día en que Lluvia se dio cuenta de que poseía ese don fue un día nublado y triste, y llovía a los cuatro vientos. Justamente aquel día había quedado con unas amigas, las hadas Violeta, Rosalía y Linda, para que la enseñaran a bailar. Se levantó inquieta, miró por la ventana y tal fue su enfado que rompió el despertador y lo tiró por la misma. A continuación gritó:
- ¡Tiempo malvado que haga un sol de mil geranios!
Y cuando salió a la calle, los pájaros empezaron a cantar y el cielo quedó tan claro como el mar en verano. Entonces, en aquel momento, aquella brujita se dio cuenta de que realmente poseía ese don del que su abuelita tanto le habló.
El tiempo pasó y esa escena se quedó en lo más profundo del olvido.
Lluvia, la pequeña bruja, ya se había echo mayor y era una persona adulta. Más o menos tenia 19 años. Nunca había vuelto a usar ese poder o don que la caracterizaba. En su país, Meteor, había oído mucho hablar de la Tierra. Decían las hadas, que viajaban mucho por el espacio y mundo entero, que era un país mal cuidado y que sus habitantes eran crueles y vivían ansiosos de guerra y de poder.
Un domingo, estaba medio dormida mirando el televisor e interrumpieron el programa para dar paso a una noticia de suma importancia. Salió por la pantalla la presidenta de Meteor, Florida, que era otra hada. Tenía que anunciar algo de mucho interés para todos. Florida parecía nerviosa y preocupada y dijo:
- Buscamos a una bruja que siga teniendo el don de la familia Luna.
Entonces, Lluvia se despertó de golpe. En aquel momento pensó que ella era la indicada. Se vistió y se dirigió a la calle Clavel, sede del parlamento, para hablar con Florida.
Se trasladó en su aspiradora volante y en menos de 5 minutos llegó. Entró por la puerta del Parlamento y se dirigió a recepción. Allí un nomo le dijo que no tenía cita previa y ella aseguró que era la elegida, según el programa de televisión que había visto. Entonces el nomo la condujo por el interior de aquellas instalaciones y llegaron ante una puerta muy grande. Lluvia llamó y, al verla, Florida le pidió que pasara y se sentara. Lluvia, con temor y nerviosismo a la vez, le hizo caso. Florida empezó a explicar que había un planeta, llamado Tierra que, como no llovía casi nunca, se estaba transformando en un desierto. Necesitaba agua. Florida siguió diciendo:
- ¿Nos harás este favor de viajar a la Tierra para ayudarlos?
Lluvia no se lo pensó dos veces y sin dudarlo respondió que sí. Florida y la Tierra pagarían el viaje.
Y a la semana siguiente, Lluvia, Rosalía, su mejor amiga que era un nomo, y Florida, la presidenta de Meteor, partieron en una nave hacia la Tierra.
E n un mes llegaron y ¡qué asombro! Era un planeta lleno de contaminación y sin una gota de agua. Entonces Lluvia y sus compañeras, después de esconder su nave y camufladas entre los terrícolas, se alojaron en un hotel.
A la mañana siguiente, Lluvia empezó a recordar el conjuro que sólo una vez había utilizado. El conjuro era:
- Tiempo malvado, que haga un sol de mil geranios!
Pero se dio cuenta de que era un conjuro para que saliera el sol y ella quería que lloviera, así que estuvo una semana para intentar adivinarlo. Y por fin lo consiguió. El nuevo conjuro era:
- Truenos y relámpagos salir que os necesitamos!
Así que, delante de todos los mortales, pronunció aquellas palabras y empezó a nublarse cada rincón de aquel planeta. Contaron hasta 3 y empezó a caer lluvia, a relampaguear y tronar: un verdadero espectáculo. Todos los habitantes de aquel planeta aplaudieron el resultado y se fueron todos hacia sus casas hasta que la tormenta cesara. Cuando esto ocurrió, todos salieron a jugar y celebrarlo.
Nuestras tres protagonistas se quedaron allí varios días e hicieron amigos con los que intercambiaron sus direcciones electrónicas.
Cuando regresaron a Meteor y Lluvia entró en su casa, encontró un fantasma sentado en una butaca. Era el alma de su abuela. Lluvia la reconoció y corrió a abrazarla, pero no pudo porque como todos sabéis las almas son incorpóreas y transparentes.
La abuela, con una voz vieja y desgastada dijo:
- Querida nietecita, estoy muy orgullosa de ti. Has utilizado tu don para hacer el bien. Te felicito por ello. Sólo te quería decir esto y ahora tengo que marcharme.
Una luz surgió de la ventana y la abuelita desapareció por ella.
Lluvia, pasó el resto de su vida en Meteor, aquel planeta que la vio nacer, haciendo cuanto bien podía.
Años más tarde conoció al mago Cornelius, se casó con él y tuvieron una hija a la cual llamaron Tierra, en honor de aquel planeta que Lluvia había salvado de la sequía. En Meteor, aquella familia llegó a ser muy famosa.
Y como en todos los cuentos de fantasía, vivieron felices y comieron…
CODORNICES

Tutoria de 1er d'ESO:

Durant aquest curs 2005 - 2006, els alumnes de 1er d'ESO, i com a treball de tutoria, s'han inventat unes històries fantàstiques, del contingut de les quals en podem gaudir a continuació: